Expresarse cuesta; defenderse… más.

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He observado en los últimos días las manifestaciones realizadas por algunos periodistas en varios estados de la República, incluyendo Puebla, que reclaman un alto a las agresiones de que están siendo víctimas, inclusive en nuestro estado se está conformando un grupo organizado que parece ser que sesionará semanalmente y entre otras acciones, elaborará un protocolo de seguridad.
Como muchos ciudadanos, expreso mi solidaridad con todos ellos a través de este medio, no es posible que día a día crezca el número de agresiones de todo tipo que sufren por el hecho de expresarse, y si bien es preocupante la existencia de un número importante de informes realizados por organismos internacionales en los que se señala que México es uno de los países en los que más se violentan los derechos de los periodistas, lo cierto, es que no podemos estar tranquilos mientras a una sola persona se le prive de sus derechos sólo por este hecho; más aún, cuando tales agresiones también generan la violación al derecho que todos tenemos de estar informados.
Este es un tema muy complejo, que afecta directamente a muchas personas: periodistas, articulistas, columnistas, propietarios y directores de medios de comunicación, fotógrafos, operadores de cámara, integrantes de consejos editoriales, escritores, comentaristas, internautas, editores, dibujantes, académicos, colaboradores de estaciones de radio y televisoras, miembros de agencias de información, vendedores de periódicos, entre muchos otros.
Todos ellos, día a día, se enfrentan a una serie de violaciones, entre las que destacan: las amenazas; la privación de la libertad a través del secuestro o del encarcelamiento; la persecución; la sujeción a todo tipo de procesos legales viciados de origen, en su tramitación y resolución; la concentración gubernamental y política de los medios de comunicación; la difamación criminal; la censura de la información lícita que generan; la falta de una adecuada legislación para el ejercicio de su actividad y la defensa de sus derechos; el decomiso de las ediciones y equipos utilizados en el ejercicio de su actividad; las visitas de inspección tendenciosas; la interrupción y suspensión de su programación; así como la violación en general a sus derechos humanos y laborales, entre otras tantas presiones.
Muchas de estas violaciones no se conocen en su plenitud, por esta razón, considero que es importante que además de las acciones emprendidas, realicen una evaluación que les permita saber con exactitud cuáles violaciones se cometen con mayor frecuencia, el perfil de las víctimas y sus agresores, su modus operandi y las circunstancias de tiempo, modo y lugar en cada caso.
De esta manera, podrán elaborar un mapa que les permita tener una idea clara de la problemática y las acciones a emprender a efecto de que se garantice la libertad de expresión y de prensa; el derecho a informar y estar informados; la defensa de los intereses económicos de los medios de comunicación y sus integrantes, así como de la dignidad del comunicador y el ejercicio responsable de sus derechos; crear normas de profesionalización y conducta empresarial de los comunicadores; promover el intercambio técnico y profesional que sea necesario; respetar el derecho de sindicalización de quienes colaboran en un medio de comunicación, así como de sus derechos laborales individuales, como el de ascenso y pago de un salario remunerado, el otorgamiento de las prestaciones sociales que les corresponden, la permanencia en sus puestos, es decir, el derecho a no ser despedidos por el hecho de informar a la población, la capacitación en su empleo, la adquisición del material adecuado para el ejercicio de su actividad, el derecho a no ser censurados por actividades lícitas; lograr el apoyo de los familiares que se encuentren en situación de riesgo por el ejercicio de su actividad; llevar ante los tribunales a sus agresores para sancionarlos conforme a derecho, y seguir el procedimiento correspondiente para la restitución de sus derechos, por citar sólo algunos de ellos.
Ya es hora de que en Puebla y en México, todos podamos expresarnos libremente; ya basta de agresiones y censura; no debemos permitir que muera un periodista más o se quebranten sus derechos… rompamos todos el silencio.

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